Mateo Alandia Navajas: El libro de Miguel


 
 
 
No recuerdo exactamente quien fue el que dijo que para escribir hacen falta dos cosas esenciales: tener algo que decir, y decirlo. También recuerdo que cuando le preguntaron a Jorge Luis Borges qué hacer con tanto joven escritor que se perfilaba en la Argentina, respondió simplemente que había que desanimarlos. Y es que penosamente en esa profusión de escritores que parece caracterizar estos tiempos, muchas veces nos hemos encontrado con individuos que publican aunque no tengan verdaderamente nada que decir, y lo dicen de manera profusa, ejercitando estilos muy a menudo estridentes en un esfuerzo por tapar con el ruido el silencio esencial que los informa.
Afortunadamente no es el caso del escritor tarijeño que ha despachado una hermosa novelita corta titulada “Si aún queda llanto en tus ojos” pues él, Miguel Castro Arce, nos cuenta muy bien una hermosa historia de soledad y de búsqueda, en un estilo tan sobrio y preciso que claramente es la historia la verdadera protagonista de la novela.
Miguel cuenta bien. Nos sumerge en una historia melancólica y cautivadora en la que como narrador honesto, esconde todo artificio, toda cabriola del estilo, utilizando las palabras del mismo modo que el hábil camarógrafo nos hace olvidar que intermedia una cámara entre nosotros y las imágenes que nos va relatando de tal forma que su narración nos llega de una manera directa, incisiva y desprovista de todo adorno, casi confiado en que ella es suficiente para llevarnos como de la mano por atmósferas, climas y ambientes certeramente connotados.
Pero además es una pieza entrañable. La historia de un hombre que ha viajado desde el más penoso desarraigo, desde la más penosa soledad y triste desamparo, desde una cueva urbana en la que se sentía infundadamente a salvo, o al menos inerte, hasta el territorio de los afectos humanos y de la pertenencia a los demás; un viaje que todo ser humano hace normalmente pero que - mediando las desdichas de la Guerra del Chaco -, la muerte, el dolor y la tragedia, han borrado a nuestro personaje el camino y el instinto elemental para seguir ese tránsito. La guerra matando muchos años después de acabada, el espacio tibio y húmedo en el que ejercemos nuestra condición humana. Con el debido respeto, ha dicho Miguel que el cálido contacto con nuestros semejantes es el más hermoso sentido de la vida.
Quienes conocen al autor, han comentado que en algunos momentos lo encuentran en ciertos soliloquios. No es afectación ni tiene importancia. De todas maneras, es el sueño de vida de un hombre que a pesar de creerse libre y sin necesidades en el desapego, busca su identidad y su arraigo, lo busca porque lo informa, y porque esas cosas nos hacen, aunque no lo sepamos.

En lo personal, la historia me pareció digna de contarse; la forma del relato, digna de ser leída y la prosa de este poeta devenido en novelista, conmovedora, en algún caso, hasta el llanto aquel que aún queda.
Bravo miguel, aquí un lector te saluda.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
"Uno puede decir con toda tranquilidad que el universo no tiene ningún sentido. Nadie se enfadará. Pero si se afirma lo mismo de un sujeto cualquiera, este protestará e incluso hará todo lo posible para que quien hizo esa afirmación no quede impune. Así somos todos: nos exoneramos de toda culpa cuando se trata de un principio general y no nos avergonzamos de quedarnos reducidos a una excepción. Si el universo no tiene ningún sentido, ¿habremos librado a alguien de la maldición de ese castigo?

Todo el secreto de la vida se reduce a esto: no tiene sentido, pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno"
E. Cioran

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