Inventario

Al final de los días
sabremos que fue una guerra
y nosotros sus perdedores

Al final de los días
poca de la bochornosa felicidad
quedará en pie
salvo el sosiego y el furor
de las batallas que dimos y perdimos
una y otra vez
una y tantas veces
cual ciegos guerreros
 
Al final de los días
sabremos que la hoja en blanco
que tanto nos aterro
no era ausencia de palabras
sino el indescifrable hastío
de un mundo ensombrecido
y nosotros criaturas solitarias
de pronto enmudecidas

Al final de los días
habremos descubierto que el poder
desluce y marchita el alma
sin más razones que sí mismo

Al final de los días
sabremos que la nostalgia
fue órgano vital en nuestro cuerpo
para revivir lo que perdimos
para anhelar incalificables amores

Al final de los días
de todo lo que con avidez leímos
solo quedarán urgentes líneas
la dignidad de Camus
la soledad de Medinaceli
la patria irredenta de Zavaleta
la provincia profunda de Urzagasti
los viajes de Heródoto
y el amor según Neruda
 
Y un fragmento de poema
acaso el más bello y el más terrible
de Antonio Ávila Jiménez

“He llegado por fin   
a tu país de silencio   
de llovizna   
y de soles remotos  

He llegado a las puertas   
de la palabra sin nombre,   
a la vera de tu nombre:   
mariposa azul en noche clara!” 

Solo entonces entenderemos
como buenos perdedores
que bien habrá valido la pena
no transar nuestro silencio
no vender el alma al diablo
no pedir audiencia al poder
no acudir al llamado del odio
no renunciar jamás a la nostalgia
 
Entonces, al final de los días,
la poesía será nuestra mejor venganza

 

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